4 mayo de 2021

AQUELLOS ESTUDIANTES…

Edgar Orlando Pulido Echeverría Coordinador


En un salón se encuentran habitualmente tres clases de estudiantes, los que están pendientes de las indicaciones y realizan los trabajos encomendados con puntualidad, pulcritud y ciñéndose a los criterios de su profesor. Estos tienen gracias a su desempeño algunos privilegios con los docentes, y su vida estudiantil resulta una bendición para la institución, ya que no dan problemas,

Luego encontramos los estudiantes que ven pasar los años sin demostrar verdadero interés en su preparación académica, no destacan ni evidencian desarrollo de sus competencias pero son aprobados año tras año en virtud de su constancia y regular desempeño, y sus voces, si no son requeridas, rara vez se escucha en los salones  

Los del último grupo, escasos por demás, son los estudiantes que incomodan en las clases, los que tienen opiniones diferentes, los que controvierten al profesor y se atreven a expresar su parecer frente a un tema. En ese punto la decisión del maestro puede darse en dos alternativas. La primera, la usual, es repetirle a la clase los pareceres del profesor buscando el consentimiento dentro del grueso del grupo de los que sabe de su lado, para finalizar ridiculizando la posición del atrevido. La segunda, pocas veces contemplada por los maestros tradicionales, consistirá en ofrecerle la oportunidad de exponer su punto de vista y respetarlo en su diferencia. ¡Como cuesta dar cabida en la clase a las ideas de esos estudiantes!, es difícil confrontar a alguien que nos quita la armadura del saber, y nos revela como personas que en su humanidad pueden acertar pero también equivocarse. Los docentes que superan esta divergencia, posibilitan en su clase la discusión, lo que convoca a otros a tomar posiciones alimentando con ello el tema y logrando el interés del estudiante, lo que todos los docentes buscamos.

En las siguientes ocasiones, el profesor no dará por sentado que sus apuntes son la clase, que su conocimiento es el verdadero, y que todo va a fluir de acuerdo a su planeación. Tendrá que alimentar su exposición con otros puntos de vista, prepararse mejor; ser objetivo que no es cosa menor en los temas controversiales. Salir del estado de comodidad, no es fácil, pero crear dentro de las clases un clima de confianza que posibilite la creación de criterios en los estudiantes vale la pena, no solo como experimento social, sino como uno de los objetivos que tiene la educación, formar estudiantes con la capacidad de comunicarse y dar cuenta asertivamente de sus convicciones, de adoptar posiciones, de motivar la participación porque su opinión es importante, lo cual lo obliga a su vez a salirse de los textos  y ampliar su conocimiento con otras fuentes. Este tipo de estudiantes se hacen aún más importantes cuando se les da la oportunidad de participar en el gobierno escolar, allí podrán empoderarse en función de defender la posición de los estudiantes, proponer soluciones novedosas, colocar en discusión asuntos que a veces son dados como inamovibles y sobre todo no ser miembros de número que asienten a todas las proposiciones, sino verdaderos participantes con criterio, ese es un escenario idóneo para los futuros líderes.

Alentar a esos estudiantes es un reto que enriquece las sesiones de clase, no es fácil para el docente afrontar este escenario donde él no es la verdad, incluso podría tomarse como una provocación para lo establecido, pero acaso ¿no sería conveniente tener en cuenta otras opiniones, no es acaso uno de los fines de la educación la  formación de personas críticas, con capacidad de disentimiento? Tal vez lo que nos faltó a las generaciones anteriores fue un poco de atrevimiento y por eso muchos de los problemas de la actualidad se deben a un exceso de conformidad aprovechado por los dirigentes políticos.  Aprovechar esta oportunidad que ofrece el laboratorio vivo de las instituciones educativas debería ser una constante si queremos un mañana diferente.






 

Desarrollado por Edusys Ltda